martes, 7 de mayo de 2013

El silencio.


Trina, casi imperceptible, el canto libre de unos pájaros. En el corazón de las ciudades también hay árboles que empujan la vida pacientemente para llegar a ser más altos que los edificios muertos que les arrinconan.

El ruido urbano resuena en las mentes de los transeúntes,  y no les deja oír.  Los carteles publicitarios se integran entre pensamientos sin dueño, apoderándose del criterio humanístico, de su creatividad y su razón.  Erramos con maletines y mochilas por avenidas preconcebidas, ciegos, sordos y mudos.

Y desde un rincón, los niños. Voces luminosas que acallan la racionalidad de nuestros ruidos vespertinos. El griterío agudo está encerrado entre muros, dícense, educativos. Se escuchan voces que regañan. -¡No te subas ahí! - Pero el alegre recreo enmudece las reprimendas y continúa celebrando los instantes de libertad en el corazón de cada niño, antes de volver a separarlos por clases, edades y test de inteligencia.


No todos se preguntan cómo redirigir el frenético caos que nos desborda, aún muchos ceden su poder a las ideas "preconce-vidas" de periódicos e informativos, de circos del corazón, o magnánimos shows deportivos. Sueñan con la vida ideal y se han olvidado de realizar  el sueño de sus propias vidas. Aún no descubrieron que son los verdaderos dueños de su existencia.

También los hay que ni consideran el caos del humano, pues sus vidas poseen manjares tan por encima de las posibilidades del resto del planeta, que su visión ha quedado velada debajo de tanta ostentación. Estos solo serán libres cuando no tengan nada más que perder.

Otros se organizan mirando hacia fuera, vanagloriando o demonizando hechos del pasado, que a menudo se descontextualizan. Se sitúan en polaridades políticas, que son paradogicamente catalogadas como centristas, y la evidencia está en el obstáculo que surge al tratar de imponer ese orden; la lucha por quién tiene la razón o la culpa.

Pero también hay espíritus libres que pululan anónimos por todos los rincones del planeta, desde los desiertos a la selvas, desde los suburbios a las manzanas de oro de cada ciudad. Personas que se han entregado al devenir de una voluntad conjunta, de una energía cuántica  y universal que nos contiene a todos y a todo.  Personas que saben que son lo que dan, que regalan buen amor, que buscan la esencia dentro de si mismos, que sienten y emanan la vibración que nos conecta con la melodía de la Vida.

El ruido les da la razón a unos, el canto de los pájaros a otros, pero solo en el Silencio podrán encontrar todos ellos la evolución que tanto anhela el Ser Humano. 



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