La situación es concreta. Las posibilidades, infinitas.
Este momento es la acción, el verbo.
Y cada letra alza su voz construyendo la vida que discurre por los sentidos.
Cuestión de percepción, de apertura sensorial. Mi atención en este instante.
Te hablo a ti, a la sombra escondida con agudo ingenio y rebeldía en las formas.
Quiero integrarte porque ahora sé que somos lo mismo, ambas fuerzas opuestas que consiguen sostén cuando flexibilizan su tensión. Equilibrio.
Escucho tu silencio y en la quietud comprendo quien soy. No estamos divididos. Somos uno.
El impulso está con ganas de construir, y sé que tú te rendirías, pero en esta ocasión, en este preciso instante, declino la oferta. No me interesa.
Y sé que lo comprendes porque estoy escuchando tu silencio, y estás callada,
gustosamente asombrada por la belleza de este infinito instante.
Seguridad en cada paso, y cada paso al ritmo de la melodía. El arte, querida sombra, es cosa mía.
Eres brillante con la fuerza de la inercia, y por ello te amo.
¡Y de nuestro imperfecto abrazo nace la perfección del resultado!
Juntas hallamos el descanso, en la conjugación del silencio y las notas vibrando.
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